
Pasaron 3 años aproximadamente, y como de la nada comenzó a llamarme, a mandarme mesajitos al móvil... a "pensar en mucho en mi" -------me decía hace unos días con su voz dulce----. En parte le seguí el juego, me entró un poco de morbo el porque hasta 25 llamadas perdidas en mi teléfono... ¿qué necesitaba de mí?. Esta vez se portó bastante agradable, incluso tolerante y amable; sin embargo, se que eso se terminó ayer, apuesto a que no habrá más llamadas ni mails desesperados. Ayer la vi, nos encontramos en el metro Juárez y fue un horrible "golpe" ja... dónde quedó su carita de inocencia; estimo que subió unos 15 kilos, solo vi una cosita redonda que me dijo hola, se veía tan descompuesta y además con esa ropa que seguro se metió con calzador acentuaba su "novísima" figura. Creo me quería para "ayudarle" a su tesis o no se, la acompañaría a la UNAM para preguntar lo de su titulación, pero me entró un dolorcito en la garganta combinado con flujo nasal, ¡vaya mecanismo de defensa mío! para evitar a la gente, así que cínicamente me sentí mal, mal. Hablamos poco, le comenté que yo estaba muy bien, que no salía con nadie pero que esperaba el regreso de Jade, que me agradaba y que sencillamente me encontraba muy tranquilo; seguí sonándome la nariz y hasta que Laura comprendió y me propuso que cada quien "tomara su camino"... Ja, eso fue lo mejor que escuché de ella en esos poco minutos; nunca la vi de frente, sus 15 o más kilos de pura "depresión" (según ella) como que no eran muy agradables, hasta sus "partes más atractivas" se desfiguraron. Salí "ileso" del metro Juárez, llamé a mi padre y quedamos en la cervecería de República de Cuba; me supo como nunca esa cerveza de barril Kloster, solo 4 tarros y unos chicharrones con salsa... no quiero subir tantos kilotes... que tal si Jade me ve tan gordo que lo único que se le ocurre es salir corriendo y no saber más de mis lonjotas.